jueves, 24 de enero de 2019

Doble insomnio

Anoche no pude dormir. Hoy son las 3:36 am y sigo despierto. Algo adormilado pero no lo suficiente.

Estoy inquieto. Rechacé una propuesta de trabajo que me interesaba. Para variar preferí mis compromisos anteriormente contraídos. Y tampoco era muy buena plata. Pero me interesaba. Cuando lo pienso, podría haber negociado mejor. Pero no pude.

Estoy aburrido. Si el mundo se acabara hoy estaría bien. He gastado mis ahorros y mi vida. He consumido mi aplomo. Estoy poco asertivo. Funciono en modo automático, todo me da lo mismo. Me alejé de las cosas que sí me importaban y vivo en un lugar desierto. No puedo vivir como pobre en esta ciudad. Eso era algo bueno que tenía esa propuesta de trabajo. Podría irme a otra ciudad, arrendar un estudio y vivir por mi cuenta.

He hecho muchas cosas pero estoy invariablemente aburrido. Mi talento es desaprovecharme. Como si esperase que un día se me acabe la genialidad. Pero tampoco me tomo nada en serio porque al final del día podría no ser tan genial como creo.

Detesto la incertidumbre. Hace unas semanas estaba bien, tenía mi programación armada para este 2019. Pero algo bueno, como que una persona relevante me recomendara muy bien para un trabajo, hizo cambiar mi enfoque. Me pasó algo parecido hace un año, cuando un amigo me presentó una doctora y hubo onda. Hasta ese momento estaba feliz con mi soltería. Después de ella me dieron ganas de volver a tener algo serio.

Soy pobre y ya no estoy en edad de serlo. Lo triste es que le tengo fobia a tener plata. A veces me gustaría tener hambre y andar como viven todos, desesperado por los pesos.

Mis inversiones pierden valor, ha sido un año loco. Estoy aburrido de querer ganarle al mundo. Siempre tomo el camino más difícil. No me decido a vivir pero tampoco me atrevo a morir. Tengo amigos pero estoy solo. No me siento respetado. No me gusta tener solo dos tonos de voz, uno que es medio sumiso y otro que aterra a la gente. Sé que en esta jungla se trata de devorar o ser devorado. No hay espacio para la compasión. No sé por qué me niego a devorar, como todos.

Quizás estoy condicionado por generaciones en posición de dar. Mis amigos consideran que no me manejo por la plata. Pero no es así. Solo que matarse por la plata es tan vulgar. Ahora estoy mirando el saldo de mi cuenta corriente. Dios me libre de tener que revisar antes de poder sacar del cajero.

Con las mujeres atractivas cada vez tengo más diferencia de edad. Aunque eso es relativo. Me gustaría conocer a una nacida en 1987, 1990 o 1991. Casarme con ella y tener hijos. Solo pido que sea como yo. Que conozca el mundo pero que no sea estirada. Que sea espiritual pero no pechoña. Que no ande vuelta loca con el patriarcado, lo heteronormativo y los mandalas. Sería terrible conocer una mina y que salga con la lesera de la interseccionalidad y todo eso.

Si a ella le gusta el rock o la música clásica tiene puntaje extra, me basta con que no le guste Arjona. La gente en Chile es tan mayoritariamente fea que da susto. Y me estoy contagiando, a veces no me reconozco en el espejo.

Entre los 17 y los 35 estuve permanentemente en relaciones. Más pololas de las que me acuerdo. No todo fueron ganadas, alguna vez me patearon y otras me pescaron poco. Recuerdo haberme sentido miserable y desdichado por un amor no correspondido. Pero ahora no me gusta nadie. La última vez que estuve en un pub de Londres, una nativa se acercó a hablarme. En buena onda y bonita, pero entre el gentío como que atiné a cortarme. Tratándose de mujeres tartamudeo en todos los idiomas.

La resistencia es inútil. A veces me canso de esperar. Lo más sensato es vivir esta vida que es cierta. De alguna manera vivo desdoblado, como que todo lo que no implique estar en la lucha por el poder me aburre. Alguna vez influí para sacar y poner senadores. Bajé senadores y precandidatos a presidente. Me encargué de botar ministros, a veces me resultó y otras no. Tuve recados de que la gente a la que favorecí estaba agradecida. Nunca he cobrado nada.

Son las 4:21. Trataré de dormir. Mañana debería ir al banco. Creo que no lo haré.