jueves, 11 de septiembre de 2014

Jueves 11 de septiembre.

Cuarenta y un años han pasado desde el golpe de estado. Pero en mi formato anónimo y desconocido, eso no es tema. Públicamente tampoco. He leído y conversado tanto al respecto que ya no sé quien podría entenderme. Cuando llegas a un lugar donde no hay nadie más pensando se siente cierta desolación.

Por un tiempo me dijeron que tenía talento para escribir. He publicado un par de cosas y bastante gente me comentaba lo interesantes y bien escritas que estaban. El algún momento dejé de hacerlo, ya contaré esas razones. Leí una vez que Sócrates antes de ser filósofo fue escultor, y que dejó la escultura porque se dio cuenta de lo ridículo que era querer dar a las piedras forma humana, cuando los humanos hacen todo lo posible para parecerse a las piedras. Y se puso a pensar.

Yo he pensado mucho en mi vida. Sé de mucho pero hace rato que no escribo nada. Hace un tiempo mi desilusión con el ser humano fue abrumadora. Luegoy me retiré a vivir una vida alejada de todo lo que habría imaginado: en un pueblo chico, como padre sustituto, trabajando como empleado, sin comodidades y sin nadie con quien conversar. Pensé que ese era el tipo de vida que quería, una experiencia sencilla, alejada de toda forma de poder. Que nadie supiera mi nombre y desvanecerme como un fantasma entre tantos que hay. Pero no pude. A ratos vuelvo a juntarme con gente. Gente que me pregunta cosas. Gente que me pide respuestas. Gente que es intrascendente.

Siempre pensé que me iba a dedicar a la política. Me fue relativamente bien, pero carezco de una característica sin la cual no es posible tener éxito: tengo escrúpulos. A la política todos llegamos (así lo hice yo al menos), con los ideales de la juventud, dispuestos a trabajar para hacer que las vidas de otras personas mejores. Que las vidas de los que hoy tienen menos puedan cambiar. Y te dicen de acuerdo, vas a ayudar, pero primero tienes que comerte completo este plato de mierda. Un gran plato hondo lleno de fecas, de caca. Y tu dices porque para hacer algo bueno primero tengo que pasar por eso. Y así nomás es la cosa. Tienes que dejar de lado todos tus principios, todos tus valores, tienes que aprender a mentir, a traicionar, a engañar. Tienes que manejar la ignorancia, nadie quiere a los que saben mucho. Como escuché alguna vez, iban a perjudicar a alguien porque era joven y tenía ideas, eso lo hacía peligroso. Cuando finalmente logras despojarte de todo aspecto de humanidad, estás listo para ser político. Y yo pienso que nada gana el hombre con conquistar el mundo entero si se pierde a sí mismo.

Leo nuevamente mi reclamo, y parece que estoy en contra de la política. No, no es la política la mala. Son las personas quienes la han transformado en un circo. En un circo de mentiras, donde no pasa nada relevante, donde lo único importante son las cuñas para las notas de prensa. El reino del lugar común, el reino de la mediocridad. Y no son sólo los actores políticos. Es toda la gente que de buena o mala gana vota por ellos. Todos reclaman contra los políticos, pero estoy seguro que si llegasen a esos puestos de poder no harían nada distinto. Nuestra presidenta, nuestros senadores o diputados, alcaldes, concejales, intendentes, en fin, todos quienes tienen ese tipo de puestos, no son ni mejores ni peores que cualquier hijo de vecino.

¿Cómo puedo defender la democracia, el gobierno de pueblo, si dejé de confiar en la gente?
¿Habrán otros como yo?

En esta época estoy más solo que nunca.

Hoy tampoco fui a trabajar. Mi madre me preguntó. Llevo seis meses en la casa de mi mamá. Hace años que me había ido y ahora no tuve otro lugar donde volver. Veo a mi hermano que no hace absolutamente nada de su vida. Tiene un título, pero no trabaja. Es increíblemente deprimente verlo todos los días. Tampoco está enfermo, no tiene interés en ir a terapia. Físicamente está sano. Pero su vida es la nada misma.

No me acuerdo bien pero llevamos un buen rato sin hablarnos. Un mes quizás. Tuve que ir a buscar unos últimos muebles que tenía en una bodega donde mi ex novia. Mi papá, enfermo y todo, me acompañó un domingo después del almuerzo. Mi hermano se fue a acostar. No lo pude creer.

Después de eso tuvimos otra discusión y le dije que ya no me hablara más. Que no esperaba nada de él y que no me interesaba. Es raro no saludarlo. El lado bueno es que ya no tengo que escucharlo, le gustaba meterse a mi pieza y desarrollar su teoría de todo lo mal que va el país (implícita justificación para no hacer nada). Al menos si leyera algo, si fuese algún aporte. No sé cómo pasa los días.

Y yo tengo un trabajo de mierda. Dead end job. No es malo el cargo, algo de prestigio y atribuciones tiene. El sueldo es malísimo y me queda demasiado lejos de casa. Y a veces no voy a trabajar nomás. Pero mi jefe no sabe, o se hace el leso. Me pregunta cómo estuvo el día y le respondo que bien. Arreglo las cosas por teléfono. Tampoco es frecuente que falte. Deben ser un par de días al mes.

Y eso sería todo. Se escucha volar un helicóptero. Sigo en el purgatorio de Da Nang.




jueves, 4 de septiembre de 2014

Jueves 4 de septiembre.

Aburrido. Hoy no fui a trabajar. Ni me he duchado. No he hecho nada.
Y tengo cosas que hacer. Que debería hacer. Que no entiendo porque no hago.

Jueves 04 de septiembre

Aburrido. Hoy no fui a trabajar. Ni me he duchado. No he hecho nada.
Y tengo cosas que hacer. Que debería hacer y no entiendo porque no hago.




martes, 2 de septiembre de 2014

Martes 02 de septiembre.

No me he pesado, supongo que sigo con los cinco kilos menos qu bajé en julio. Tampoco le he puesto mucho empeño, no he caminado. Tengo que hacerme esos exámenes y operarme nomás, yo cacho.

A ver si mañana me corto el pelo y me saco las fotos para renovar mi pasaporte europeo.

Voy a pedir hora al médico para ver si me opero de la vesícula.

Pero hoy empecé a moverme para encontrar trabajo en Santiago. Quiero volver para allá. Me gustaría estar allá. Sólo por estar contigo. Me preguntas si volvería a algún proyecto en particular. Sí, juntarme a tomar un café contigo.

Hoy hemos conversado un rato. Te echaba de menos. No lo sabes. No quiero pensar si lo intuyes o no. Por el momento me basta muy poco.