domingo, 7 de febrero de 2021

Nublado.

Estos últimos días me había sentido muy bien. El viernes hasta salí a trotar a las 7:30. He bajado 2 kilos de los 11 que llegué a subir en el 2020. Extraño mis sesiones de HIIT, mis 10.000 pasos diarios y, sobretodo, mi ropa. Salvé todas mis actividades del año pasado con 4 chaquetas y 6 camisas, que son las que aún me podía poner. 
Después del 29 de enero me sentía super bien. Estaba de vacaciones. Había cumplido mis deberes de posgrado. Ya no tenía que trabajar más hasta marzo. Había empezado a mirar algunas propiedades, pensando en comprar algo.

Hay un departamento por acá cerca y lo podría comprar casi al contado. El barrio es bueno, pero el edificio no me gusta tanto, los departamentos tienen balcones minúsculos. He estado dos veces en departamentos de ese edificio, una vez hace muchos años atrás, carreteando, y otra hace poco. En fin, tiene buena ubicación. 

También estaba analizando, con mi hermano, vender un departamento, poner algo más de plata y comprar dos de 1 dormitorio. Por alguna razón, el precio de arriendo es relativamente similar. Claro, para el arrendatario es conveniente pues los gastos comunes son menores, entonces paga menos plata. Para uno, como arrendador, es mejor negocio tener 2 departamentos de 1 dormitorio que 1 de dos.

Entremedio de este optimismo ocurrieron dos eventos que nublaron el panorama. En Panguipulli, un policía mató a un malabarista y los delincuentes quemaron los edificios públicos. Seguirán quemando todo hasta que no quede nada en pie, entonces empezarán a quemar personas. Eso debería ser una señal de alerta para emigrar de este país. Vender las cosas y llevarse los dólares. ¿Para dónde? España siempre ha sido la opción, aunque también tienen problemas con la locura de la época.

Además había estado alegre porque había conocido una minita por Tinder y estábamos hablando harto por Instagram. Buena onda, aunque se saca más fotos en pelota de lo recomendable y sigue en el pregrado a los 26 años.

Mi amiga italiana, la que tiene novio, me empezó a preguntar si yo estaba bien, porque según ella yo cerraba el whatsapp cuando ella me hablaba. Pero solo quería que la ayude a corregir la redacción de un artículo. Como soy un estúpido, por supuesto que la ayudé. Ella tiene un novio latino, ¿por qué no le pide ayuda a él? 

Los días entre la inscripción de las listas para la elección de convencionales y la destrucción de Panguipulli fueron buenos. Daban la idea de que habría un país después de todo. Ahora, de vuelta a fojas cero, a la incertidumbre sobre el país y sobre mi vida. Para gobernador, alcalde, consejero regional y concejal, votaré por lo que siempre ha sido mi espacio político. Para convencional, votaré por alguna mujer de la lista de la derecha. 

En mi vida personal, quizás haga la estupidez de arrendar un departamento, es decir, hacerle el negocio a otra persona. Otra opción es posponer cualquier decisión hasta el 11 de abril. Si la derecha pierde un poco de su votación, pero se mantiene en el 40% de los votos, no debería pasar nada extremo. 

¿Qué puedo hacer mientras tanto? Terminar mi doctorado. Asumir el nombramiento de juez árbitro. Conformarme con la colección de 150 matches en Tinder. Creo que eso será el plan de sobrevivencia hasta abril. En esa fecha hay que volver a evaluar las opciones. Cambio y fuera.