martes, 25 de agosto de 2020

Esto es un mal déjà vu

 El asunto se ha complicado. Esto se parece a algo que ya he vivido. Era el 2009 y conocí por internet a una chica. Un par de años menor. Ambos teníamos blogs con harto movimiento y empezamos a conversar. Me gustaba. Creo que era mi escenario típico en el que la mina engancha conmigo y luego no hago nada más. Yo estaba caliente, hace un rato que no tenía una relación seria. Había estado saliendo con una actriz, con la que no pasó mucho y tenía una casera, o amiga permanente con ventaja. Esta mina de internet me había dejado algo loco, era atractiva y estudiábamos la misma carrera.

Ese era mi estado de ánimo cuando en un carrete empecé a agarrar con otra mina. Un par de años mayor que yo, rica, divorciada, con hijos chicos. Una artista gráfica condenada a trabajar en la empresa de su padre. Y por alguna estúpida razón me pegué el salto a ser padre sustituto. Algo que sabía que no correspondía. Pero pasó. Eso duró cuatro o cinco años y, bueno, sirvió para aprender.

Este año del coronavirus he estado chateando y con un par de videollamadas con una chica italiana. La conocí en mis estudios de posgrado. Es 13 años menor que yo, aunque en un par de años ella estará en la treintena y yo seguiré en el comienzo de los cuarenta. Nos conocimos en junio del 2019. Creo que le gusté, sin hablar mucho nos agregamos a facebook. Compartíamos un grupo enorme de WhatsApp, saqué su teléfono y le empecé a hablar. Soñaba con ella, en estos días da lo mismo que esté en Roma o a dos cuadras de mi casa, tampoco nos podemos ver. Lo triste es que en algún momento cambió su foto de perfil, aparece muy abrazada con un perico. El tipo no tiene mucho brillo. Es feo y medio porro. Ella le hizo la tesis. El debe tener alguna gracia, pero yo soy fantástico en todo sentido.

Y así, quedé caliente. Con ganas de conocer a alguien, de tener una relación. Armar una familia, casarme, tener hijos y si tengo suerte pasar la próxima mitad de mi vida con ella, o con alguien. En este calentura he instalado el pasaporte de Tinder. En Ucrania la cosa es increíble. Lleno de modelos, simpáticas y la app me avisa cuando le gusto a alguien. Ya tengo como 100 matches. Evidentemente, en ese número debe haber de todo. Con una de esas chicas empezamos a conversar en español. Ella habla el idioma y estaba trabajando en unas traducciones. Me pidió ayuda, le revisé el trabajo y hemos seguido conversando. Es media artista. No sé si fue a la universidad. No sé que edad tiene. Hoy hablamos dos horas, me gusta su voz, creo que también le gusto a ella. Entre muchas cosas me contó algunos asuntos que me dan mala espina.

Si pudiese elegir, me quedaría con mi amiga estupenda, la italiana, pero no me pesca mucho.

martes, 11 de agosto de 2020

¿Que falta?

 Hace unas semanas me pesé. Había subido 3 kilos, desde marzo a julio. Me estresé. Ahora no me he vuelto a pesar, pero tengo ansiedad y creo que he subido más todavía. Por primera vez durante esta pandemia, hay ropa que me está quedando apretada. Hoy espero dormir bien y no comer a medianoche.

Este día fue bueno. Me desperté a las 11. Tuve una reunión interesante de las 15 a las 16:30. Vendí acciones y gané algo de plata en la bolsa. Redacté dos escrituras y un recurso. Debería ser un buen día. Pero no me siento bien. Estoy muy aburrido con el encierro. No hablo con nadie. Entre abril y junio estuve pinchando con una compañera de posgrado. Ella es extranjera. Creo que tuvimos algo, al menos se preocupaba por mi. Debe haber regresado con su novio, nuestro asunto se enfrió y sería todo. Luego, empecé a conversar con una chica que conocí en una conferencia. Ella es modelo, pero no me gusta. Eso es extraño, porque es rica, pero su cara no me convence. Fue entretenido conocerla y compartir música. Una noche soñé con ella y era algo medio pesadillezco. 

Con mi compañera de posgrado soñé una vez, ella sí me gusta. Andábamos juntos, corriendo, organizando un congreso o algo por el estilo. También he conversado con una ucraniana que habla español. La he ayudado a traducir algunas cosas de su trabajo. Es piola, media hippie. De todas las minas ucranianas que he conocido, es una de las pocas con las que he hablado afuera de Tinder. Hablamos por el facebook. Sé muy poco de ella. No es de las más bonitas, pero tampoco es fea. Y hablamos el mismo idioma, lo que es una ventaja.

Con la mina que me gustó hasta el año pasado, cuando tuvimos un momento, pero no me porté del todo bien, he confirmado mis temores. Es muy chica. No conozco su fecha de nacimiento exacta, pero por la época en la que entró a la universidad, creo que tenemos unos 15 años de diferencia. Eso es demasiado. 

A mi ex la dejé en visto, no le he vuelto a responder. No fue de mala onda, sino que me escribió y yo ya estaba durmiendo. Y al día siguiente no le escribí, y así por más de dos semanas. También me escribe otra ucraniana que conocí en España. Es de las pocas mujeres que encuentro desagradables física y mentalmente. Es chica y no tiene ninguna gracia. Y es rara, me recuerda a una tía en Alemania. Es de esas mujeres que todo lo habla en forma literal y que si le dices que pasó un gato volando, lo cree. 

El viernes hablé por teléfono con dos amigos. No me gusta esto de los carretes por zoom, me parece que es una mala justificación para tomar trago. Yo estoy al borde de la depresión, no puedo lidiar con la caña y el alcohol, depresor del sistema nervioso central, me deja demasiado triste al día siguiente. Y bueno, llamé a un amigo, que estaba con otro, y nos pusimos a hablar. Ellos tomaban y yo no. Uno es un buen par de años mayor, con hijos y separado. El otro es solo un par de años mayor, soltero y sin hijos, como yo. Les contaba que el único lujo que me doy en estos días es pagar 25.000 por la versión plus de Tinder, que permite viajar por el mundo y saber cuando alguien me ha dado un like. Estoy estacionado en Ucrania, y solo saber que, aunque sea accidentalmente, le he gustado a minas tan bonitas, me sube el ánimo. 

Mis paseos por Chile me deprimen más. Es demasiada la fealdad de las chilenas que aparecen en mi Tinder. Supongo que habrán minas más ricas a las que no les he gustado. El algoritmo me pone a un nivel que es del terror. Y así se fue un buen día, que de alguna manera tengo que aprovecharlo para sentirme mejor.