lunes, 30 de septiembre de 2019

Cuando ya no queda nada

He estado pensando en lo mal que va mi vida. Pero no es tanto lo externo, las cosas o el trabajo, sino lo mal que me siento.
Me siento mal porque nuevamente todo lo veo cerrado. No sé qué pasó. Quizás lo que no pasó con marita me dejó mal.

No sé. Quizás deba volver a terapia. Hasta hace unos meses tenía sueños, pero lo hice todo mal. Es un problema que he tenido siempre, una especie de adicción al azar en la que el dado soy yo mismo. Es como que si sé que haciendo A obtendré B, no me interesa hacerlo.

No me motiva vivir o morir, ni acá ni en ningún lugar. Todas mis ex se han casado o están de novias. No conozco a nadie. Las minas de mi edad ya están separadas y con hijos. Ni siquiera me motiva el sexo. Cuando estuve en el suelo siquiera soñaba con vivir en otro lugar y no hacer nada. ¿Dónde se fueron esos sueños? Por qué siento una urgencia por hacer algo?

Y no sé que debe ser primero. Siempre juego para perder. Ser pobre es el único signo de nobleza en esta época. Y mi pobreza es ser del 5% más rico en mi país. Tenía ganas de amar a María, pero no hice nada bien.

Soy como el salmón o el coyote. Todo a contra corriente y así me siento mejor. Pediré hora a la terapeuta. No me molestaría drogarme. No hay lugar.