sábado, 19 de julio de 2014

Sueño de una noche de viernes

Hoy desperté del sueño más raro que he tenido últimamente. Lo último que vi antes de dormirme fue a Rocco Siffredi con Alice Miller, actriz porno rusa que tiene un culito de antología. Ella es de todo mi gusto.

No sé si será por eso, pero soñé con una mina que no veo hace más de diez años. La última vez me fue a ver, yo estaba solo de visita en el departamento de un amigo en común. Me preparó almuerzo, quiso algo más y yo decidí que ese día se acababa nuestra historia. Con ella tuve una especie de relación post adolescente de comienzos de siglo: nunca culiamos.

A través de amigos en común mantuvimos contacto, me dio su teléfono y me insistía en que nos juntáramos. Yo estaba con mi novia, soy fiel, y ella además ya tenía un hijo. Desde que borré mi cuenta de facebook no he vuelto a saber de ella.

Sin embargo, recuerdo mucho de mi historia con ella. Nos conocimos en Santiago, una tarde de verano del año dos mil uno. Era amiga de la que entonces era polola de uno de mis mejores amigos. Yo había terminado recién un pololeo, y ella estaba en campaña (no solicitada) para presentarme alguna amiga. Le hizo empeño, creo que nos juntamos como con tres o cuatro amigas de ella. Con ninguna hubo onda. Un día llama a mi amigo y nos invita a almorzar a su casa, en Ñuñoa. Junto a ella estaba la mujer de belleza más arrebatadora que he visto en mi vida, y me saludaba. No sólo eso, era simpática. Después de almorzar nos fuimos a conversar al patio. Fue una de las pocas veces en mi vida en las que el tiempo dejó de existir. Fue algo como que vi la hora y eran las tres. Luego eran las siete. Han pasado trece años desde ese día, no me acuerdo de qué conversamos tanto. Yo regresaba de Santiago a los pocos días, ella me llamó para invitarme a la playa justo el día que nos devolvíamos, con mi amigo, que se traía todas sus cosas después de haberle ido mal estudiando en Santiago. Opté por mi amigo, no iba a dejar que manejara solo de vuelta.

Con ella seguimos conversando y a las pocas semanas volví a Santiago, al departamento desocupado de mi amigo.Mi único interés era verla a ella. Al llegar al departamento, que estaba desocupado pero arrendado hasta marzo, me encuentro con la ex de mi amigo. En su pena se había ido a pasar la noche ahí. Con ella habíamos tenido una especie de triángulo amoroso adolescente, pero cuando chica era más bien fea. Mi amigo pololeó con ella. No me caía muy bien, pero en esas circunstancias éramos dos jóvenes desamparados. Me pidió que por favor no le contara a mi amigo. Le dije que estaba bien, pero que me tenía que acompañar en Santiago.

Con la mina que me gustaba las cosas no anduvieron bien. Me fue a ver, me hizo comida, conversamos. Pero no pasó nada. Al final estuve más tiempo con la ex de mi amigo, fuimos al cine, a tomar cerveza y conversamos de la vida. En fin, di por superada a la mina más linda de mi vida.

Eso duró unos meses, de repente me llamó y se autoinvitó a la casa de mi mamá. Yo estaba entre sorprendido y excitado. Vino un fin de semana largo. En retrospectiva, creo que me la debí haber culiado. Haber tomado la iniciativa, sacarle la ropa, por último llegar hasta un momento que me dijera que parara. Sólo nos besamos mucho. Sus besos eran distintos, exquisitos. En fin, pasamos tres días besándonos. Nos juntamos con mis amigos y todos quedaron locos con ella.

Ahí empezamos una especie de relación a distancia, yo la llamaba y hablábamos mucho rato. Escuchábamos música juntos. Era algo amoroso, no de amigos. Durante dos años la fui a ver. En fin, en la escala del Rumpi fue sólo grado uno.

La última vez que la vi fue hace once años. Y anoche soñe que andaba con ella. Un sueño que mezclaba el ruido de los helicópteros. Habíamos quedado atrapados entre barricadas y teníamos que caminar por una ruta alternativa. Eso no importaba, yo andaba con ella y todo era maravilloso.


No hay comentarios:

Publicar un comentario