viernes, 4 de julio de 2014

Sábado 5.

Este domingo llega mi madre a la ciudad. Pero espero estar a 250 kilómetros, con mi amiga stripper. Mi auto es un desastre. Osea, estoy usando el mismo auto que tenía cuando salí del colegio. Tiene poco kilometraje porque nunca lo vendieron y se mantuvo en el garaje. La radio no funciona, mañana iré a que le pongan una nueva. Una chapa tampoco funciona bien. Espero no quedar tirado.

La otra opción era pedirle el auto a mi padre, como el post-veinteañero que soy, pero hoy me llamó para reportarse que se irá con una de sus amigas al casino de la misma ciudad donde me pretendo reunir con mi stripper. CTM. Me quedaría pedirle el 4x4 de mi mamá, poco ecológico y gigante, pero lo encuentro medio miserable, toda vez que no iré a recibir a la reina madre después de una semana atendiendo sus asuntos en la capital del reino.

Tendré que ir en mi bólido, con la culata rebajada, que suena un montón pero anda muy lento ya. Si me pasaran un parte por ir a exceso de velocidad, le sacaría una fotocopia, sería toda una humorada.

Pero volviendo a mi padre, lo quiero pero me parece que es el colmo. Toda mi vida he tratado de no ser cómo él. Me anteceden generaciones de grandes señores y rajadiablos. Creo que se extinguieron con mi padre y su hermano. Entre mi hermano y primos, que yo sepa, aún no se manifiesta esa conducta. Incluso tengo un primo desterrado por la familia, por ser homosexual. No lo veo hace mucho tiempo, quizás desde el funeral de mi abuelo, autor de frases célebres como "Ande yo caliente, ríase la gente". Viejo moralista y resultó que tuvo hijos por fuera. Tras su muerte apareció una hermana, que vivía en una chacra de lo que alguna vez fueron tierras familiares, en el Maule. 

Una antigua novia me dijo durante una dura pelea que mi familia era decadente. Sí, por el lado paterno, somos totalmente decadentes. Las familias antiguas se extinguen como los grandes imperios, de a poco y siempre dejando rastros de lo que alguna vez fueron. Desde la Independencia hasta hoy, hubo otras familias que han seguido disponiendo de privilegios y grandes riquezas. La mía no. Pero si no hago algo, puede ser sólo cosa de tiempo, ya mi padre es el más rico de su familia, y ha tenido que trabajar para ello. Llega un momento en que hay que producir, cuando las rentas se agotan, cuando las tierras se cansan, cuando hay que vender uno que otro pequeño inmueble. 

Si fuese mapuche sería mucho más fácil, podría reclamar las tierras que mal vendieron mis antepasados como tierras usurpadas. y me las podrían devolver. Recuperar miles de hectáreas, en estos tiempos, sería un lujo.

Pero bueno, a lo que me quería referir, y que es algo que no me atrevería a decir públicamente, es que tengo una desaprensión por la plata que me molesta. Creo que una de las razones por las que el matrimonio de mis padres no funcionó, es porque culturalmente eran muy distintos. No me refiero a los niveles de ilustración ni tampoco a la riqueza, los primeros igualmente distribuidos y los segundos favorables a mi familia materna, inmigrante, sino a esa sensación de que "plata siempre va a haber", "lo difícil no es ganar la plata sino saber en qué gastarla", "un pelo de la cola del lobo", que mi padre repite tan fácilmente. Pero si le creemos a Jorge Errázuriz, no somos ricos. Lejos de eso. Y es una actitud como que si no se tienen miles de millones de pesos, entre tener cien o diez da lo mismo. 

Leo lo que escribo y me parece de una vulgaridad enorme, sin embargo me prometí no borrar nada. 

Y no era esto lo que quería decir. Hace unos días empecé a ver Mad Men (soltero y con VOD) y no  pude evitar comparar a mi padre con Don Draper. Claro, la serie avanzó y [spoiler] Don era un auténtico self made man, con cambio de apellido y todo eso. Pero bueno, hasta ese capítulo, las similitudes eran las siguientes:
a) Mi padre se casó con una de las bellezas de la región, diez años menor que él.
b) Mi padre fue un hombre exitoso, además de lo heredado ganó mucha plata con su profesión.
c) Se casó tres veces, en sus matrimonios posteriores no tuvo más hijos. Quizás cuando muera nos llevemos una sorpresa.
d) Se cansó de engañar a mi madre. Me llegó a afectar a mi cuando tuve una amiga que resultó ser hija de una de sus amantes. Mi madre puso el grito en el cielo (si gritase, pues el modelo de mujer que ella tiene no es tan expresivo), y me prohibió juntarme con ella. Yo tenía dieciocho o diecinueve años.
e) Una vez que lo acompañé en algo, cuando era niño, diez o doce años, recuerdo que una mujer le prendió un cigarro y dijo algo que pensé en escribir pero me dio pudor. No lo entendí y prefiero rebobinar y hacer como que no pasó.
f) Después de engañar a mi madre desde siempre, aspecto que ella manejó con cero tino y al menos yo me enteré de todo (tampoco la juzgo, ella era menor que yo en este momento), finalmente anularon su matrimonio cuando él se dispuso a casarse con la hija de uno de sus socios, veinticinco años menor. 
g) Mi madre hasta el día de hoy mantiene una relación cordial con él, que mientras tuvo a mi hermano menor trabajando se lo pasaba en esta casa.

La noticia buena de la semana es que en menos de un mes he perdido cinco kilos. Me siento bien. 

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