Cuando terminó la velada, definimos donde continuar el jolgorio. La disyuntiva era el casino, donde podríamos tomar algunos tragos más, o el mejor night club de la ciudad. Cuando jóvenes universitarios íbamos con relativa frecuencia, nos alcanzaba para la entrada y mirar el arte. Nada de tocar. Anoche en cambio, le invité unos copetes a una mina. Bonita, extranjera, simpática y culta. Estábamos conversando, dándonos unos besitos, algún toqueteo piola (antes de todo, soy un caballero), y de repente un amigo saca su celular. Ella aprovecha la situación para decirle que anote su teléfono, para que yo la pueda llamar. Mi amigo, muy vivo y diligente, lo anotó a la perfección y me lo envió. Cuando volví a mi casa, le envié un sms y me agregó a wasapp. Me había contado de su interés por conocer Villarrica y Pucón. Yo tenía que trabajar. Cuando eran las cinco de la mañana me fui a dormir. Tres horas. Me desperté como pude, en el night club el cover había sido una linterna, así que me vi coercionado a tomar pisco, lo que me hace muy mal. Logré ducharme, medio tiritón. Mi jefe me pasó a buscar. Estaba resfriado así que tuve que manejar yo. El viaje fue sin novedad. En la oficina me metí a wasap y hablé con ella. Recién se estaba despertando a eso de las doce. Hablé con mi jefe, ya habíamos terminado lo que teníamos que hacer. Estuvo de acuerdo en retornar pronto. Le avisé a ella y le dije que me esperara, que yo la llevaría a conocer la zona.
Manejé más que rápido. Le había pedido a la nana de mi madre que me preparara una sopa. Tomé el puro caldo. Me volví a duchar e hice algo que quería hacer hace mucho tiempo pero a mi ex no le gustaba la idea. Me depilé parte del vello púbico.
La pasé a buscar y su amiga también tenía ganas de pasear. No era problema. Así que pasé toda la tarde con ellas. Con mi amiga nos besamos y un poco más. Increíble compartir con ellas, sin etiquetas, sin transacciones, sino como personas que podrían llegar a ser amigos. Fantástico.
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